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Tenía intención de aprovechar este blog para presentar los relatos y autores que van a formar parte de esta antología temática de ciencia ficción, pero varias personas me han comentado que estaría bien contar la gestación del proyecto, su “intrahistoria” (el término no es mío). Y creo que tienen razón, conviene presentar antes y adecuadamente esta iniciativa y sus objetivos; se valora más aquello que se conoce y espero que estas líneas sirvan a ese propósito. He aquí, pues, la génesis del proyecto Terra Nova y ruego disculpen el excesivo protagonismo personal en los primeros capítulos.

 

Siempre me han gustado los relatos y las antologías. Soy de la opinión que la narrativa breve ha sido uno de los terrenos donde más y mejor se ha desarrollado la ciencia ficción a lo largo de su historia. A los pocos años del nuevo milenio, desaparecieron en España (en algunos casos se dijo eufemísticamente que “hibernaron”) todas las revistas con distribución comercial (considerarlas profesionales sería, a mi juicio, un tanto excesivo): Gigamesh, Solaris, 2001, Galaxia… y Artifex, en mi modesta opinión la publicación de ficción fantástica que ha publicado mejor material autóctono, y de la que me enorgullece haber sido -según su editor- su primer suscriptor. Con su adiós el plantel de medios donde publicar regularmente literatura fantástica en este país era un páramo yermo. Sí, algunos fanzines tomaron esporádicamente el relevo, y se vivió un relativo auge de la edición digital en webs, foros y revistas online, pero lo cierto es que apenas existían medios estables capaces de atraer a una masa mínima de lectores, un lugar con garantías donde los escritores pudieran publicar regularmente y los lectores disfrutar de buenas historias de género.

Por aquel entonces mantenía (y sigo manteniendo) contacto con Luis Gª Prado, editor de la citada Artifex. Cada cierto tiempo le insistía machaconamente que reconsiderase su postura, pero es lógico que se resistiera porque sus miras estaban ya encarriladas hacia el terreno profesional como editor del sello Bibliópolis (y, posteriormente, también Alamut). Hará poco más de un año de mi último intento…

Sinceramente, nunca pensé en postularme como responsable de ningún proyecto de antología. Mis miras se centraban única y exclusivamente en disfrutar como lector del producto terminado, y me apenaba que existiendo potencial (autores dispuestos, buenas historias que contar, razonables posibilidades técnicas) no existiera un medio adecuado que les diera salida. Aunque, por otra parte, era algo lógico, habida cuenta del minoritario nicho de mercado del que estamos hablando (sin interés, por tanto, para editores medianos y grandes); una labor que a cambio de mucho trabajo podría reportar grandes satisfacciones personales pero escasa remuneración económica.

Así las cosas, el empujón final que hizo encajar cada cosa en su lugar me la dio, precisamente, el citado Luis Gª Prado. A principios de 2011 el editor de Alamut intentaba salvar una serie de fantasía realmente interesante: Las Monarquías de Dios, de Paul Kearney; una saga de la que había publicado las dos primeras entregas pero que no habían alcanzado el nivel de ventas suficiente como para plantearse la edición de las tres restantes. La decisión era tan simple como cruda: dejar en la estacada a los seguidores de la serie o publicar a sabiendas de que iba a entrar en pérdidas. Luis se embarcó entonces en una masiva campaña informativa en la que aseguraba que, si lograba un número mínimo de suscripciones, sería factible la publicación completa de la serie; y, tras varias semanas de bombardeo publicitario, se alcanzó el objetivo ansiado con casi dos centenares de suscriptores y las novelas en librerías.

Esta iniciativa demostró que el sistema de suscripción, al menos para proyectos pequeños orientados a un público objetivo delimitado, podía ser la solución, la diferencia entre la inexistencia y su viabilidad, el aporte económico imprescindible para iniciar actividades. Suscripción, como en los viejos tiempos de los fanzines, la reinvención de una idea antigua adaptada a los nuevos tiempos. ¡Eureka!

Quedaba, pues, decidirse, dar el paso y hablar en serio con una editorial. Después de todo, me dije, alguien tenía que intentarlo; esa fue la razón de que crease el portal Literatura Fantástica cuando apenas existían webs especializadas en crítica de obras fantásticas. Gracias a mi labor como administrador del citado medio, contaba con abundantes contactos entre editores: pequeños, medianos, grandes, especializados, generales… pero en ninguno de ellos encajaba un proyecto así. O tal vez sí… El que mejor podía encajar, pensé, por estructura editorial, demostrada capacidad para editar pequeñas tiradas en condiciones más que dignas, proyección hacia el mercado digital, proximidad con el lector y trato personal, era Sportula. Pero su editor, Rodolfo Martínez, el incombustible Rudy de la Semana Negra, AsturCon y múltiples novelas y relatos que han poblado la literatura fantástica española desde hace un montón de años, sólo había publicado hasta la fecha su propia obra, ningún libro ajeno. ¿Aceptaría embarcarse en un proyecto así? Y en caso afirmativo, ¿Qué costes acarrearía? ¿Cuántos suscriptores necesitaríamos para llevarlo a cabo? Confieso que mi experiencia en aspectos prácticos de la edición era nula, pues hasta el momento solo había colaborado en tareas de selección en algunos medios modestos.

Aunque ya se imaginan la respuesta, en las siguientes entradas procuraré ofrecer todos los detalles al respecto, así como los objetivos generales de la antología y la presentación de colaboradores. Aquí les espero, si ustedes quieren.

(sigue en Génesis II – Proyecto)

 

Mariano Villarreal